¿Por qué lo has hecho?
En algún lugar, una mujer que ha sido madre
“No sé quién es ella. Ni cómo es. Ni porqué lo ha hecho. No sé porqué tomó esa decisión. Si fue algo que pensó demasiado. ¿Era la primera vez? ¿Qué sintió? ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Se lo dijo a alguien? Me gustaría saber si piensa en mí. Y en ti. Ahora que te has quedado dormido, tengo tiempo para pensarlo. Tal vez, también ella se pregunta cómo ha ido todo. No sé si sabe lo que ha conseguido. Lo que ha hecho posible. Lo que me ha regalado.
Estuve años intentando ser madre. Luchando. Persiguiendo. Buscándo(te). Te hiciste rogar. En cada respuesta negativa, tenía que escoger entre rendirme o volver a empezar. Finalmente, decidí someterme a un tratamiento de fertilidad. No sabía qué iba a pasar. Ni cómo iba a sentirme. Tenía muchas preguntas y miedos pero te prometo que, cuando pensaba en ti, las ilusiones podían más.
Escogí mi clínica de fertilidad. Me explicaron el tratamiento. Me tranquilicé. Respiré a fondo. Confiaba en el equipo médico. Fue un vínculo que se creó desde el principio. Al cabo de unos meses, me llamaron y me asignaron a una donante. Y ahí, justo ahí, empezó todo. Todo eres tú.
Sé que ella y yo no nos conoceremos. Pero eso no significa que no pueda darle las gracias cada día. Por cierto, algunas amigas me preguntan porque escogí este tratamiento de fertilidad y yo entonces les digo…”
Y una chica que ha sido donante…
“¿Habrá sido niño o niña? ¿Habrá nacido ya? ¿Y dónde? ¿Cómo estará la madre? ¿Qué estarán haciendo? Lo único que espero es que todo haya salido bien. Con eso me conformo. Todo empezó cuando conocí a una mujer que había tenido problemas para quedarse embarazada. Me contó sus intentos. Sus miedos. Sus reflexiones. Pero por suerte, también me explicó cómo lo consiguió. Fue gracias a la ovodonación. O mejor dicho, a una chica que tuvo el don de devolverle la ilusión.
En ese momento, descubrí la importancia de la donación para ellas, para todas esas mujeres que quieren ser madres y no pueden. Fue entonces cuando decidí que yo quería formar parte de esas historias. Yo misma he escrito la mía con otra mujer. En realidad, la hemos escrito entre las dos. Y no me canso de leerla, aunque solo sea mi parte.
No llegaremos a conocernos pero no hace falta. Lo importante es que he sido donante. Que ella se habrá quedado embarazada. Que un sueño se habrá cumplido. Me quedo con eso. Eso es para siempre. Por cierto, algunas amigas me piden motivos para hacerlo y yo entonces les digo…”
Por una vida. Las dos, la mamá y la donante, siempre responden con esas palabras. Porque no hay mejor título para su historia.