Tratamientos de fertilidad

Inseminación Artificial y Fertilización in Vitro: ¿en qué se diferencian?

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Son dos de los tratamientos de reproducción asistida más demandados pero tienen entre sí algunas diferencias. En el artículo de hoy, repasamos los aspectos más relevantes de cada uno de ellos.

La inseminación artificial es una técnica muy sencilla que consiste en la introducción de espermatozoides dentro del útero. El proceso se realiza en el momento de la ovulación. De los dos tratamientos, es el más parecido a la reproducción natural porque se produce “in vivo”. Hay dos formas de plantearlo, si bien se puede realizar con espermatozoides procedentes de la pareja (IAC) o a través de un banco de esperma (IAD).

En la inseminación artificial conyugal, los expertos recomiendan realizar entre 3 y 4 ciclos de inseminación, lo que supone unos 3-4 meses de tratamiento. Si no se produjera la gestación, se plantearía otra técnica de reproducción asistida. En ningún caso se realizan más de 6 ciclos. Además, en el proceso influyen múltiples factores como la edad de la mujer, el número de folículos maduros, la integridad de las dos trompas o la calidad seminal.

En el segundo caso, el procedimiento es similar pero para llevarlo a cabo se recurre a un banco de semen, ya que no existe la posibilidad de conseguir espermatozoides móviles y no suele haber pareja masculina. En Fertilab, por cierto, tenemos Banco de Semen propio. Así controlamos directamente los resultados obtenidos y llevamos un exhaustivo seguimiento de nuestros donantes.

Por su parte, la fecundación in Vitro (FIV), consiste en la unión de los óvulos y de los espermatozoides que se realiza en el laboratorio. Días después, se transfiere al útero. Si se produce la gestación, todo evolucionará de forma natural como cualquier otro embarazo.

Nuestra filosofía pretende que este tratamiento sea lo más parecido posible al que ocurriría en las trompas de Falopio.

Un tratamiento para cada pareja

Las posibilidades de éxito en la inseminación artificial son menores, situándose en torno a un 15% por intento en las parejas con buen pronóstico. Si hablamos de la fertilización in vitro, la probabilidad de embarazo llega al 55% – 60%. En parejas jóvenes y sin alteraciones importantes, se recomienda la inseminación artificial. Sin embargo, la fecundación in-vitro sigue siendo la elección prioritaria en la mayoría de los casos.

Lo que sí tienen en común estos dos tratamientos es que si se produce la gestación, se habrá conseguido un embarazo que se desarrollará como otro más. Y es que a partir de ese momento, una nueva vida estará de camino. Es entonces cuando todo habrá tenido sentido.

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