¿Y si vosotros fuerais los siguientes?
Es temprano. Un día cualquiera. Llegan puntuales y juntos. Se miran. Se entienden. A veces no hacen falta palabras. Ellos saben lo que han vivido. Abren la puerta. Sus pasos sincronizados, como sus ganas de cumplir su sueño y de ser uno más en casa. No se sueltan de la mano. No se rinden. Quieren crear una familia.
Es la primera vez que entran en este lugar. Lo habían hablado antes, en otras ocasiones, pero no se habían atrevido. Es más, lo han consultado con sus familiares y amigos más cercanos. Cada uno les ha dado su opinión. A veces, eso les ha creado aún más confusión. Hasta hace poco, preferían seguir intentándolo. Se concedían un nuevo intento y volvían a empezar cuando la respuesta era negativa. Al final, han marcado ese número de teléfono que se saben de memoria y han dejado de utilizar la palabra “nunca”.
Quizá sea el momento de empezar a creérselo. Ya no quieren volver atrás. Ahora empieza todo. Observan lo que les rodea. Cogen aire. Una chica les acompaña hasta otro destino. Recorren un pasillo. Hay luz. Hay ilusión. Hay vida. Finalmente, entran en la consulta. Están en una clínica de fertilidad.
Si algo tienen claro es que no quieren ser pacientes porque son, ante todo, una mujer y un hombre. Quieren ser padres. Solo eso. Eso es tanto. Poco a poco, se tranquilizan. Se van sintiendo cómodos. Mientras cuentan su caso, notan que les escuchan. Hacía tanto tiempo que no sentían esa sensación. Ellos son los únicos protagonistas. Lo mejor que han hecho ha sido venir juntos.
Es una primera visita gratuita pero es mucho más. Es una bienvenida pero sobre todo un comienzo. Les cuentan cómo es el equipo, en qué consiste el estudio de fertilidad, los tratamientos que se llevan a cabo. Les explican que hay una unidad de psicología. Ellos reconocen que era lo último que esperaban pero las razones les convencen. El camino será largo y mejor no hacerlo solos.
La conversación no entiende de tiempo. Ni de distancias. Les dejan ser parte de la clínica. Una pareja más pero diferente a las otras. A partir de aquí, estudiarán su caso. Les harán las pruebas más adecuadas. Buscarán el mejor diagnóstico. Les ofrecerán las soluciones más personalizadas. Les cumplirán su sueño.
Al cabo de un rato, se despiden. Se verán pronto. Han decidido que volverán. Cuando salen, se cruzan con una buena noticia. Otra pareja se abraza. No pueden esconder las emociones. Se les escapa una lágrima de felicidad. Quizá son dos. O tres. Y qué más da. Si lo importante es que lo han conseguido. Hace meses, eran ellos los que entraban en la clínica, una mañana cualquiera, sin saber qué iba a pasar. Y lo que ha pasado es que, al final, la infertilidad se ha quedado atrás.
¿Y si vosotros fuerais los siguientes?